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Ragdoll Muñeco de trapo


-¿De qué te das cuenta?

- De que no hay personas buenas. Sólo hay gente que no se ha visto sometida todavía a un exceso de presión y gente que si.-


 

-Todos sabemos que en ocasiones la ley y lo correcto no van a la par, como nos gustaría.-

 

En este dialogo se encierra la premisa de Ragdoll. 

William Wolf Fawkes es un detective que descubrió la identidad de un asesino serial que secuestraba niñas, las torturaba para después prenderles fuego. La prensa amarillista lo apodó "El asesino incinerador" y resultó ser un hombre musulmán llamado Mahlid Khalid. Lamentablemente las pruebas no eran contundentes y el detective para atraparlo, alteró la evidencia dejando mal parada a la Ley. Esto le jugó en contra logrando que el Jurado declare inocente a Khalid, dejándolo en libertad. Wolf sacado de sus casillas, corrió contra el acusado para golpearlo con alevosía, condenándose a sí mismo a pasar trece meses encerrado en un Instituto psiquiátrico, solo para enterarse por televisión que El asesino incinerador se había cobrado otra victima: una niña de nueve años. Detuvieron a Khalid, declarándolo culpable y encerrándolo en una cárcel de máxima seguridad. Todos los implicados se sintieron culpables. 

La novela comienza un año después con un Wolf reincorporándose al trabajo, ya divorciado de Andrea, una periodista manipuladora y ambiciosa, cuando es llamado por su jefe para que se presente en el edificio frente a su departamento. Cuando llega se encuentra con Baxter, antigua compañera, solo para toparse con una monstruosa criatura de Frankenstein: un cuerpo formado a partir de seis cadáveres cocidos entre sí. La cabeza es de Mahlid Khalid y apunta con el dedo a la ventana del detective. 

 

Ragdoll, que sería algo así como Muñeco de trapo, es la primera novela de Daniel Cole, un británico que de seguir así podría convertirse en una futura promesa de la literatura policial. El libro atrapa desde el minuto uno hasta el final, no da respiro, los hallazgos se vuelven más macabros y las muertes de las victimas son casi imposibles de detectar, por lo que es una sorpresa detrás de otra. El departamento de policía se compone de personajes variopintos: Edmunds, el novato, que viene desde el sector Anticorrupción y que tiene como jefa a la implacable Baxter, antigua compañera de Wolf, con quien mantiene una relación ambigua en la que hay mucha tensión sexual. Simmons, quien opera como autoridad total, delegando tareas y responsabilidades entre su equipo. Aparte se encuentran Andrea y Elijah, el jefe de redacción, periodistas buitres a la caza de una mórbida noticia para acaparar audiencia. El asesino hábil envía un sobre con fotografías del Ragdoll y una lista con varios nombres y una fecha al lado, a la periodista. Así comienzan a trabajar contra reloj, por un lado para salvar a los condenados a morir por el asesino y por el otro, para descubrir a quienes pertenecen el resto de las partes del cuerpo del Ragdoll. 

 

Uno de los puntos que destaco de la prosa de Cole, es su sentido del humor ácido en los diálogos, realmente están muy bien construidos, al punto de encariñarte con ellos. El lector pasa a ser uno más del grupo de investigación. La intriga y la acción están bien distribuidas, sin dejar de lado el dramatismo con el sufrimiento de los protagonistas después de perder una vida. Mantiene un equilibrio entre el misterio y el impacto emocional que causa cada defunción. Otro elemento bien empleado es la historia entre Baxter y Wolf, recordando a lo que fueron Mulder y Scully en The X-files (al menos las primeras temporadas) esa admiración mutua, la tensión sexual, la distancia y aparente frialdad que esconde sentimientos genuinos. Aporta picante a la novela sin convertirla en un culebrón de mal gusto y sin desviar la atención de la trama principal, logrando fusionar ambas lineas. 

 

El desenlace deja una reflexión y cabe decir que podría haber una segunda parte si el autor y la Editorial lo quisieran. En fin, tiene todo lo que hay que tener para captar y mantener la atención del lector, atrapándolo en una gran tela de araña de la cual no se quiere salir.