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Dracula


Dracula fue la novela ganadora del Especial Gótico. Su contrincante fue, nada más y nada menos que El fantasma de la Opera, escrita por Gaston Leroux hace más de un siglo atrás.

Dos grandes obras literarias que con el correr del tiempo y gracias, a la intervención del teatro, el cine y la televisión, se han convertido en iconos de la cultura popular. La encuesta fue realizada en mi cuenta de Instagram con gran participación y con un resultado contundente: sin lugar a dudas, el vampiro transilvano le ganó al fantasma parisino. 

 

 

¿Qué decir de una obra literaria como Drácula que no se haya dicho ya? 

Antes que nada que es una novela epistolar de terror en donde el misterio se ciñe sobre la figura del Conde, el villano absoluto que da nombre a esta historia. Como el lector ya estará familiarizado con la figura de dicho personaje ya sea por el cine o por la televisión, en ese sentido no hay un impacto genuino al ir descubriendo, página tras página, las características clásicas que todos ya conocemos pero que no voy a enumerar aquí. Sus habilidades, por así decirlo.

 

Lo más atractivo de esta obra es intentar leerla con una mente virgen, ya se qué es imposible pero se puede intentar, sin expectativas y poniendo de lado, todo aquello que sabemos del Conde y sus discípulos. ¿Por qué digo esto? Porque de eso se trata, del descubrimiento del mal que acecha en un viejo castillo en Transilvania y que pronto, gracias a una transacción burócrata, se expande por las calles de la ciudad de Whitley en la Inglaterra de la Reina Victoria. Y este es otro punto importante, el espacio tiempo en el que transcurre la narración, en la famosa era victoriana, el auge de la revolución industrial, el choque de lo nuevo con lo viejo, de la ciencia aplastando lo religioso, lo supersticioso, una época de cambios transformadores en la sociedad. Pero hay un tema central, a lo que suele asociarse la figura del vampiro: la sexualidad. Cuando estudié cine me explicaron que hay dos temas que son los más difíciles de tratar en una obra: el sexo y la muerte. Los vampiros se nutren de ambos, por eso resultan tan atractivos y magnéticos, el tabú, el sabor a lo prohibido es lo que finalmente siempre nos llama desde el más allá, queriendo abandonar nuestro sistema de valores, nuestra ética y moral para dejarnos arrastrar al inframundo, en donde estas criaturas de la noche habitan.

 

Los biógrafos de Stoker aseguran que para crear al Conde utilizó dos figuras históricas de Rumania: Erszebet Bathory, apodada la Condesa sangrienta, porque se decía que sacrificaba a sus doncellas para bañarse con su sangre y así permanecer siempre joven. 

A mi me parece que la figura de Bathory se aprecia más en el cuento "El huésped de Drácula" que relata un episodio sufrido por Jonathan Harker, uno de los protagonistas de la novela, que perdido en el bosque llega hasta la tumba de una Condesa que resulta ser un vampiro (sí, tremendo spoiler)

La segunda figura fue Vlad Drăculea, príncipe de Valaquia, también conocido como "El empalador" porque utilizaba esta técnica para acabar con sus enemigos. La historia morbosa detrás de este hombre se ha mezclado, muchas veces a propósito, otras sin querer, con la ficción escrita por Stoker. Lo cierto es que mucha gente cree que son la misma persona. 

 

Al parecer, las costumbres rumanas ajenas a las británicas sirvieron como fuente de inspiración para las criaturas chupasangre. Como lo foráneo, lo extranjero, el choque cultural provoca caos, destrucción y muerte ¿Les suena? Claro que en la novela, esto está vedado, pues la guerra que encabeza el Doctor Van Helsing contra Dracula, no incluye ejércitos masivos, ni campañas políticas. 

Lamentablemente no tengo nada positivo para decir del papel machista que ocupan los personajes femeninos en la novela. Ya sea la doncella en apuros o la esposa devota, Stoker juega con el doble rol virgen/puta que tan cansino y patético ha resultado para nosotras a lo largo del tiempo. Tanto Lucy como Mina son usadas como títeres para los planes de los personajes masculinos, ya sea desde el antagonista perverso que mantiene a sus esposas vampiras cautivas en su lúgubre castillo mientras él sale a recorrer el mundo, o la táctica que utiliza Van Helsing y compañía de usar a Mina como carnada para atrapar al Conde. 

Lo cierto es que Dracula, como novela, seguirá siendo objeto de estudio por varias generaciones más. Al parecer esta obra es como su personaje, inmortal. 

 

 

Spoiler: Igual Dracula al final muere así que tan inmortal no era después de todo.

Nota: A mí me gustó más la versión musical de Pepe Cibrian y Ángel Mahler con Juan Rodó en el papel del Conde cantando Mi dulce Mina o Canción de amor de Dracula. Magnifica.