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Kentukis


"Poca gente estaba dispuesta a exponer su intimidad ante un desconocido, y a todo el mundo le encantaba mirar."


Me generó ansiedad y tuve que cortar la lectura para poder respirar profundo.

 

Kentukis es una novela que narra con capítulos cortos y enérgicos cómo un peluche con una cámara a control remoto transforma las vidas de varias personas en diferentes puntos del globo. Aquí hay dos roles a cumplir, el del amo que tiene al peluche en su propio hogar y el del Kentuki que es una persona que lo maneja a través de una tablet y que no puede elegir su Kentuki físico.

La autora derrocha genialidad con esta sencilla pero brillante idea que sirve como puntapié para dejar expuesto un rasgo tan antiguo como humano, la curiosidad. Espiar qué hacen otras personas es un morbo recurrente y que dentro del terror se ha explorado en obras como El hombre invisible de H. G. Wells.

Samanta le da un giro porque condimenta con algo que ya está muy presente en nuestras vidas y que es la inteligencia artificial. Son muchas las personas que chatean con una IA como si fueran sus amigos o incluso se encariñan y confiesan intimidades. Incluso está el archinombrado algoritmo de redes sociales que a través del móvil nos saca un perfil de todo lo que nos gusta o nos disgusta.

 

Samanta Schewblin sabe cómo hacer para que el lector la pasé mal sin recurrir a una gran parafernalia, sin derrochar sangre o tripas. El terror aquí expuesto es tan sutil que genera escalofríos y su manera de describir episodios de la vida cotidiana de las personas es magistral porque empiezan a volverse tridimensionales sin tener que recurrir a páginas y páginas de relleno como hacen otros autores.

Samanta Schweblin es una gran cuentista con gran reconocimiento, pero tanto esta novela como Distancia de rescate demuestran que como autora es sobresaliente en ambos géneros. 

La lectura fue hipnótica a pesar de que me causó ansiedad. Supo transmitir perfectamente lo que los propios personajes sienten a medida que se involucran emocionalmente con los kentukis, y explora varias aristas dentro de posibles escenarios con personajes que aparecen una única vez o los que se quedan hasta el final.

Y con respecto al desenlace, fue el broche de oro perfecto para todo lo que fue tejiendo desde el principio. Una excelente Samanta Schweblin que ya se convirtió en mi escritora favorita. 

 


Frases

"No entendía mucho de relojes, ni de carteras de diseño, ni de zapatillas deportivas, pero había vivido lo suficiente para saber que cualquier cosa envuelta en más de dos texturas de celofán, entregada en cajas afelpadas, y contra firma y documento, valía lo suficiente para saldar sus deudas de jubilada y dejaba muy en claro lo poco que sabía un hijo sobre su madre."

 

"Eres una linda conejita —dijo la chica—. ¿Te gustan los conejitos?"

 

 "Lo que quería saber Inés, y le preguntó varias veces golpeando la mesa con el dedo índice, era qué tipo de reglamentación implementaría el gobierno con una cosa así."

 

 "Poca gente estaba dispuesta a exponer su intimidad ante un desconocido, y a todo el mundo le encantaba mirar."