
Shirley Jackson fue una de las tantas mujeres escritoras oprimidas por el sistema patriarcal. Gran parte de la soledad, la falta de libertad, la discriminación y los prejuicios se ven reflejados en sus obras (La maldición de Hill House, Siempre hemos vivido en el castillo, El reloj de sol)
Aquí voy a mencionar dos historias cortas que transcurren en situaciones mundanas que cualquiera de nosotros podría llegar a vivir. El terror en la cotidianidad, en lo simple, en lo ordinario resulta ser escalofriante. La prosa de Shirley es capaz de helarte la sangre sin necesidad de tanta parafernalia.
En El embriagado, un hombre adulto se aleja de la fiesta en casa de sus amigos para evitar sucumbir al sueño producido por el exceso de alcohol. Se retira a la cocina para despejar su mente cuando se topa con la hija del dueño de casa, una adolescente bastante peculiar. Ambos mantienen una conversación muy extraña.
En The witch (La bruja) el escenario principal es un tren en el que viajan una madre junto a su bebé e hijo de cuatro años. El pequeño no deja de hablar mencionando en voz alta todo lo que sus ojos observan a través de la ventanilla. Cuando un extraño aborda el mismo vagón, entabla una conversación de lo más siniestra con el niño.
Ambas historias se encuentran en tomos recopilatorios de la autora.
Siempre elogio la prosa de Jackson porque tiene la capacidad de con poco decir mucho. El terror se cuela en cada línea desplegando la maestría ya mostrada en La lotería.
